domingo, 26 de mayo de 2013

Bizcocho de lacasitos y kit-kat

Bueno, después de mucho tiempo, aquí va otra receta: bizcocho de chocolate con lacasitos y kit-kat relleno de fresa y trufa.
Se me ocurrió hacer esta tarta porque me enviaron una foto, y pensé que tenía que estar rico.

Para hacer el bizcocho:
- cuatro huevos
- dos yogures
- un vasito de aceite (utilizando el recipiente del yogur)
- tres vasitos de harina
- un vasito de maicena
- un sobre de levadura
- dos vasito de azúcar.
- un vasito y medio de chocolate en polvo

Para la trufa:
- nata para montar
- chocolate en polvo

Para la fresa:
- fresas naturales

Para la decoración:
- lacasitos
- kit-kat
- trufa para que se queden pegados los lacasitos y los kit-kat

Preparación:
Primero hay que poner a calentar el horno a 200ºC.
en un bol, se echan los huevos, y se baten para que se esponjen. Después se añaden los yogures, el aceite, la harina, la maicena y el azúcar y se bate hasta que quede bien mezclado. Cuando la mezcla esté homogenea, se añade el chocolate y se vuelve a batir.
Una vez hecho esto, se coge el molde y se unta con un poco de aceite para que no se pegue el bizcocho, se echa la mezcla y se mete al horno a 180ºC durante 20 minutos. 
Mientras se hace el bizcocho, hay que preparar la trufa y la fresa; para la trufa es necesario otro bol. En este bol se echa la nata para montar y un poco de chocolate y se baten las dos cosas hasta que la nata esté montada. Para hacer la fresa, no hay más que batir fresas naturales.
Una vez sacado del horno el bizcocho, se hacen dos cortes: en el primero echaremos la fresa y en el segundo la trufa. La trufa que sobre será utilizada más tarde para cubrir el bizcocho.
Por último, toca decorarlo. Con la trufa que ha sobrado del relleno, se cubre por encima y por los lados. Se esparcen los lacasitos por encima y se ponen las barritas de Kit-kat por todo el borde de la tarta.



París



El primer gran viaje de este año ha sido a París. Era un viaje que teníamos pendiente hace un tiempo y por fin llegó. Eduardo lleva allí un año y medio, y llevábamos todo ese tiempo prometiéndole que iríamos, pero entre la(s) boda(s) y el cambio de trabajo, no fue posible antes.
El tiempo este año está siendo un horror, no parece que vaya a terminar de llegar el buen tiempo nunca, así que en París nos hizo el tiempo esperado, gris, nubes y un buen chaparrón. Mi recuerdo de París, de la primera vez que estuve allá por 2005 con mi hermana, es de que era un ciudad muy gris, sin sol, y esta vez, vuelvo con la misma impresión, aún no soy capaz de entender por qué lo llaman la ciudad de la luz.
Como los dos conocíamos París, nos lo hemos tomado con más calma, que también queríamos descansar, y hemos ido a sitios que ninguno conocía (como Versalles) o caprichos (como Eurodisney).
Fuimos al aeropuerto directamente desde el trabajo y llegamos allí sobre las 8, Eduardo nos esperaba en el metro, dejamos las cosas en su casa y nos fuimos a cenar a un sitio donde hacían fondue de queso, muy rico todo; buen comienzo de viaje. Después salimos con los amigos de Edu y después a dormir, que el sábado tocaba madrugar.
Costó despertarse, pero siempre se levanta uno con ganas si el plan es bueno, ¡y a nosotros nos tocaba día Disney!  
Fue un gran día, hacía fresco, pero íbamos bien abrigados, y así había menos gente en el parque. Como allí todo es caro, nos compramos unos bocadillos antes de ir (que luego tuvimos que pasar dentro del abrigo, porque las mochilas las pasan por un escáner en la entrada del parque).
Una amiga de Eduardo que trabaja allí nos regalaba 3 entradas, así que sólo teníamos que comprar una, entre 4 no era tanto gasto, pero aún así, Disney es muy caro, la entrada de día costaba 80€. Así que tocaba hacer cola,y mientras estábamos allí, nos regalaron una entrada. Las nuestras eran con “fast pass” (es un pase rápido para las atracciones, se reserva una hora y casi no hay que hacer cola para entrar), pero si la cuarta era regalada no le íbamos a hacer ascos. Por si acaso, probamos y, sí, era nuestro día de suerte, la cuarta entrada también era con “fast pass”.  

Montamos en un montón de cosas, pero la que más nos gustó era la Space Mountain, subimos 4 veces, dos de ellas seguidas (hubo un problema con la máquina de los pases rápidos, así que la encargada nos regaló otros jeje). Nos tocó 3 de las veces en el primer vagón, que desde luego merece la pena. Vimos la procesión de los personajes Disney, probé mi primera manzana de caramelo (sí, nunca había tomado una, y me gustó), intentamos sacar la espada del rey Arturo, recorrimos el laberinto de la reina de corazones…
                                         
Volvimos muy cansados, pero había sido un gran día. De camino paramos a cenar en un asiático que ponen boles enormes de noodles, todo muy rico y vuelta para casa.
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El domingo dormimos hasta tarde; bueno, Guillermo y yo, Eduardo, que es más atlético, se levantó a correr y volvió cuando aún no habíamos salido de la cama. Y vino con crepes para desayunar, que nos preparó con Nutella y caramelo mmmmm.
Fuimos a ver el Museo D’Orsay, que yo ya conocía, pero Guillermo y Xintra no, y al ser primer domingo de mes la entrada era gratuita (¿quién dijo que París era caro?). Pasamos allí unas cuantas horas, y a la salida era bastante tarde, así que ni Guillermo ni Xintra nos dejaron seguir viendo cosas si no comíamos algo. Paramos a tomar unas pizzas. Y seguimos a ver la librería Shakespeare, que me encantó. Y luego vimos Notre Dame y nos sentamos un rato en frente a que Eduardo nos contara cosas de la portada (que buscó en su móvil jeje). 
Seguimos paseando, pero empezaba a hacer fresco, así que acabamos merendando un té en el restaurante de un amigo de ellos (¿que adivináis cuánto nos costó? Sí, nos invitaron, ya decía yo que París era barato).
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El lunes Eduardo se pidió el día libre, y estuvimos dando un paseo por el centro, a los pies de la Torre Eiffel, montando en bici, visitando a una prima de ellos (y conociendo a su pequeña), viendo el centro Pompidou, comprando macarons, tomando unos cócteles (no muy buenos, por cierto; aunque también puede ser que no me gustaran porque se me ocurrió pedirme uno de café, que obviamente sabía a café y a mí no me gusta nada) en un bar super chulo, decorado con todo tipo de cosas frikis (Star Wars, videojuegos…). De hecho, nuestra mesa era un videojuego, tenía una pantalla en el centro y controles a cada lado, para jugar a juegos antiguos, la pantalla giraba según a qué jugador le tocaba. A Guillermo le encantó el sitio. Y por la noche cenita en un restaurante del centro.
                          
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El martes a Eduardo ya no le dieron día libre, así que nos fuimos solos a ver Versalles. De camino al metro nos cayó el diluvio universal y acabamos empapados, tanto, que al llegar a Versalles me tiré un buen rato pegada a un radiador para que se me secaran los pantalones, mientras nos tomábamos los bocadillos. Vimos sólo el palacio, ya que con la que estaba cayendo no creíamos que mereciera la pena el paseíto por los jardines, y se paga a parte, además, habíamos quedado en ir a recoger a Edu a la salida del trabajo y tampoco íbamos sobrados de tiempo. Ya volveremos. De hecho, mientras Eduardo siga viviendo allí, me gustaría ir a verle una vez al año (soñar es gratis, pero los vuelos no, así que ya veremos qué pasa).

Mientras salía del trabajo estuvimos dando una vuelta por la Defense y viendo tocar a un grupo español en un escenario que habían puesto en una explanada.
 
Y por la noche fuimos a cenar al indio. No a un indio, AL indio. Y es que este indio tiene historia. En 2005 mi hermana y yo fuimos a visitar a mi tía y mi prima que, por ese entonces, vivían en París. Y una noche nos llevaron a cenar a ese indio. No recordamos mucho de la comida, excepto que nos gustó. Pero el postre…ay, el postre! Era un pastel de sémola que nos gustó muchísimo. De hecho, una vez volvimos a Madrid nos pusimos a buscar la receta, las veces que hemos ido a comer a algún indio hemos querido pedírnoslo…pero no, no habíamos vuelto a comerlo. Antes de ir pregunté a mi prima si se acordaba cómo se llamaba o dónde estaba y hubo suerte, me mandó su página web. Y allí volvía yo, casi 8 años después a ver si ese pastel estaba tan bueno como yo recordaba. Y sí, me volvió a gustar mucho. Quizá no tanto como para estar 8 años pensando en eso jeje; pero el restaurante merecía la pena, todo estaba muy bueno. Así que además de pedirnos el pastel de postre, me pedí un par para llevárselo a mi hermana y que ella volviera a comerlo también.
Y aquí acaba nuestro viaje a París. Ya que el miércoles sólo nos quedaba levantarnos y volver a Madrid.
                               


domingo, 19 de mayo de 2013

Tarta de queso y chocolate

Hoy es el cumpleaños de Pilar, así que he hecho una tarta de queso y chocolate para celebrarlo, y ha tenido bastante éxito, así que os pongo la receta por si a alguien le interesa prepararla, yo, seguro, la repetiré.


Ingredientes:
- Un paquete y medio de galletas maría
- Mantequilla
- Medio vaso de leche
- 2 tarrinas de queso de untar (unos 400 gr.)
- Una tableta y media de chocolate fondant 
- Medio litro de nata líquida
- 50 gr. de azúcar
- 2 sobres de cuajada en polvo

Preparamos la base de galleta. Se trituran bien. Se derrite la mantequilla, en el microondas, por ejemplo. Se mezclan las galletas con la mantequilla, de tal manera que se forme una pasta; y se ponen en el molde que vayamos a utilizar para la tarta. A mi me gusta que quede gruesa, pero cada uno lo que prefiera. Metemos en la nevera mientras preparamos el resto.

Por otro lado, ponemos en una cazuela a calentar la nata, el azúcar y el queso de untar. Lo mezclamos bien. Añadimos la tableta de chocolate, previamente lo habremos metido en el microondas un minuto para que se ablande. Removemos bien para que se mezcle completamente. Ponemos la leche en una taza y le agregamos los dos sobres de cuajada. Lo removemos hasta que no queden grumos. Se adjunta a la mezcla anterior y se lleva a ebullición. Una vez hierva, se retira del fuego y se echa sobre la base de galleta. Para que no se estropee la base puedes ayudarte de una cuchara. Ponemos la cuchara apoyada en el fondo de tal manera que en vez de verterlo sobre la galleta, caiga sobre la cuchara y se distribuya solo.

Lo metemos en la nevera al menos un par de horas para que cuaje bien. Yo lo hice el día anterior, que creo que queda mejor.

Para decorar se funde la otra media tableta de chocolate con un poco de mantequilla y se extiende por encima. Se deja enfriar unos 15 minutos. Y listo.

sábado, 18 de mayo de 2013

Magdalenas de limón rellenas

Tenía un montón de limones en la nevera que no utilizaba para nada y justo pusieron esta receta en un blog que sigo de recetas de Thermomix, así que me pareció el momento de prepararlas.



La receta de la crema de limón tengo que conseguirla, que no la hice yo, preparó mi madre una especie de mermelada de limón y manzana que vino genial para el relleno, pero sin rellenas también están ricas.

Ingredientes:
- Un limón (para coger la piel del limón y el zumo de medio limón)
- 4 huevos
- 100 gr. de azúcar
- 200 gr. de aceite de girasol (es preferible al de oliva porque da menos sabor a la masa)
- 220 gr. de harina
- Sal
- Un sobre de levadura
- Un poco más de azúcar para decorar

Se ralla la piel de limón. Añadimos los huevos, el azúcar y el zumo de medio limón. Programamos 3 minutos 37º, velocidad 3. (Si no tienes Thermomix, se puede batir todo bien, hasta que quede bien ligado y los huevos se monten un poco). Se agrega el aceite y se mezcla durante 15 segundos a velocidad 5. Agregamos la levadura, la harina y la sal, 8 segundos a velocidad 6. (Lo mismo, sin la Thermomix se puede hacer batiéndolo bien y sin que queden grumos).

Preparamos los moldes de las magdalenas en la bandeja que vayamos a meterlas en el horno y las rellenamos hasta la mitad. Ponemos una cucharadita de relleno y echamos otro poco de masa de las magdalenas.Crece bastante, así que es preferible dejarlo a 3/4, sin llegar hasta arriba, para que no se salgan durante el horneado. Se deja en el frigorífico durante, al menos, 30 minutos. 

Precalentamos el horno a 220º. Antes de meterlas al horno les echamos un poco de azúcar por encima. Se hornean durante unos 15 minutos. Las dejamos enfriar en una rejilla.