miércoles, 20 de febrero de 2013

Comiendo en un Indio

Estamos acabando febrero y no parece que este mes vaya a tener viaje; habrá que compensarlo en marzo jeje

Pero este mes no he estado quieta. Ha tenido unas cuantas cosas interesantes. Una cosa que me gusta mucho de los viajes es probar la gastronomía de aquellos sitios a los que voy. Y, cuando no puedo viajar, me gusta ir a restaurantes de comida típica de otros lugares. Hace un par de semanas fuimos a comer a un Indio que han abierto cerca de mi casa. Se llama "The curry hut"-

Fuimos un viernes, pensando que tendrían menú del día, pero por lo visto es sólo de lunes a jueves. Así que decidimos pedir el menú degustación y algún plato suelto para probar varias cosas. El menú degustación es para dos, pero íbamos 5, así que nos dio para probar unas cuantas cosas. Nos dejamos aconsejar por el camarero y probamos un poco de todo.

En general nos gustó, está bien de precio y el sitio es agradable. No pedimos cosas muy picantes, porque a casi ninguno de los que íbamos nos gustan (ya sé que en un indio es difícil, pero nos gustan los retos :P).


sábado, 2 de febrero de 2013

Enero: primera escapada

Enero ha sido un mes muy largo, parecía interminable, pero no, aquí estamos, en febrero, por fin. Ha sido un mes frío, de mucho trabajo y muchas cosas. Necesitaba una escapadita, descansar, desconectar de todo y de todos. Nos habían regalado por Reyes una caja de "La vida es bella" de estancia + spa. Vimos que algunas de las opciones incluían masaje, así que buscamos una que estuviera cerca (sólo era una noche y la idea era descansar, no hacer kilómetros y kilómetros). Encontramos uno que se ajustaba a lo que buscábamos "La posada de los antiguos telares", una casa rural en Atanzón (Guadalajara).

El sábado nos levantamos con calma, necesitábamos dormir, nos hicimos unas tortitas para desayunar, metimos un par de cosas en la maleta y salimos para allá. Hacía un día espléndido, unos 17º y un sol radiante. Me encanta el sol, sobre todo en invierno, siento que me activa, que me dan ganas de hacer cosas, me saca una sonrisa sólo con verlo al asomarme a la ventana por mañana. Íbamos los dos tan contentos, con el techo solar abierto y escuchando música, felices simplemente de estar ahí. La sensación mejoró, si cabe, cuando salimos de la A2 y nos metimos por carreterillas con sólo campo a ambos lados, pasando pueblecillos de largo y sin cruzarnos con apenas nadie. Creo que merece la pena vivir en un sitio como Madrid sólo por la sensación de libertad y paz que se tiene en cuanto te alejas unos pocos kilómetros. Y que conste que lo dice una enamorada de Madrid; pero se agradece escapar de los atascos mañaneros, del tiempo que lleva desplazarse a cualquier sitio, de los compromisos y el trabajo.

Llegamos poco después de las 15.30. Nos enseñaron la casa entera, que ha sido reformada hace pocos años, los salones, la bodega, el spa y nuestra habitación. Nuestra habitación era la más pequeña, pero muy agradable, y el baño no estaba mal, con bañera de hidromasaje.

Como no habíamos comido, nos recomendaron un restaurante de unos amigos suyos en el pueblo de al lado,  Caspueñas, al que se iba por un camino que tenía algo de nieve a los lados. Cuando llegamos al pueblo sólo nos cruzamos con una pareja que se subía al coche y se iba, el resto del pueblo era (o parecía) sólo para nosotros, ni un ruido, ni una persona. Encontramos el restaurante "Ágape" en una esquina al lado de la iglesia, en una plaza monísima. Nos pedimos unas cañas mientras elegíamos la comida. Nos pasaron al salón superior donde sólo estaba una familia que terminó de comer poco después de que llegáramos y nos dejaron el salón para nosotros solos, con un recopilatorio de música estupendo y un montón de comida, muy rica y muy abundante. Además, para empezar nos invitaron a una sopa de la casa (una especie de sopa castellana) que estaba estupenda. Acabamos tan llenos que no fuimos capaces ni de pedirnos postre; y eso, los que me conocen saben que no lo perdono fácilmente.

 

  

  

Nos volvimos para Atanzón, porque teníamos la hora del masaje a las 18.30 y era casi esa hora. Nos dejó groguis, y decidimos que era el momento del spa. El spa era pequeñito, pero no nos importaba mucho porque casi no había gente. El problema era que el agua no estaba caliente, y en otra época del año lo mismo se agradece, pero en enero y nosotros, que somos tirando a frioleros, no aguantamos mucho, así que decidimos que era el momento de probar la bañera con jacuzzi de la habitación. Allí nos alternamos hasta la hora de la cena. La cena muy abundante y muy rica también.

Dormimos mucho y desayunamos muy a gusto. La pena que el día se había levantado muy feo, con mucha niebla y no se podía disfrutar mucho del paisaje. Recogimos y nos fuimos a ver Torija, otro pueblo por allí cerca. Más grande que los anteriores, que tiene un castillo con el centro de interpretación turística de Guadalajara, donde se puede hacer un recorrido por los aspectos más relevantes de la provincia (fiestas, arquitectura, gastronomía...).

 

 


Y vuelta a Madrid, más relajados, muy contentos y con fuerzas para empezar la semana, que, para mi, ha sido la peor de trabajo. Pero hoy es viernes y por fin se acaba. ¡Feliz fin de semana!

Preparando el viaje a Marrakech y primer día


Por fin íbamos a conocer Marruecos, es un viaje que teníamos pendiente la mitad de la familia, así que decidimos regalárselo a mis padres por su 30º aniversario e irnos todos. Para que no hubiera problema de fechas se lo dijimos con tiempo, y para que nos saliera más barato nos fuimos en diciembre en vez de en octubre.

Antes volaba Easyjet, pero ahora sólo lo hacen Ryanair e Iberia. Como Ryanair no estaba en su mejor momento cuando lo decidimos (retrasos, problemas de combustibles, chinches…) decidimos no jugárnosla (y menos en un viaje familiar de pocos días) y volar con Iberia, pero claro, era más caro, de ahí el cambio a diciembre.

Teníamos muchas ganas, nos pusimos a buscar información sobre Marrakech (que era la única ciudad que visitaríamos porque íbamos sólo 4 días) y reservamos el riad (alojamiento típico marroquí parecido a nuestros cortijos).

Pero cuando se acercaba la fecha se nos complicó el viaje. Iberia hacía huelga tanto el 14 como el 17 (nuestra ida y nuestra vuelta). Y en el caso de que el vuelo saliera el 14 no había forma de asegurarnos la vuelta (pues la huelga era también los días siguientes al 17, hasta el 21). Se nos chafó, y poco a poco fuimos pensando que no era ahora cuando iba a salir el viaje, habría que posponerlo, quizá a febrero… empezamos hasta a hacer planes para ese fin de semana en Madrid, no sabíamos si cancelar la reserva del Riad…y de repente, se desconvoca la huelga, a 4 días de salir. Al principio, casi hasta nos fastidió, ya nos habíamos hecho a la idea de quedarnos. Pero volvimos a ilusionarnos, a pensar deprisa y corriendo qué llevarnos en la maleta, cómo ir al aeropuerto, a mirar el tiempo que hacía allí, a buscar cosas que ver…

Y llegó el 14 de diciembre. Y allí nos fuimos todos al aeropuerto. Éramos 8. Tan contentos de tener unas vacaciones así porque sí en diciembre, en unas fechas que no son habituales, justo el fin de semana entre el puente de diciembre y la Navidad. En Madrid estaba haciendo un tiempo muy feo, no sólo hacía frío, sino que hacía unos días que no se veía el sol, todo era gris, y ahora nosotros nos íbamos a un tiempo primaveral, con temperaturas de 20º de media durante el día (aunque es verdad que cuando se iba el sol hacía falta la chaqueta). Alguno iba hasta con intención de ponerse moreno.

El vuelo salió en hora y llegamos bien. El avión era pequeñito, dos asientos a cada lado del pasillo, y nos metieron la maleta en las tripas del avión sin tener que facturar, dejándola al embarcar y cogiéndola nosotros mismos en la pista, al bajarnos; muy cómodo. Nos venían a recoger al aeropuerto unos taxis de parte del riad. Ese aeropuerto que dicen es uno de los más hermosos del mundo, y que a nosotros nos recibió estupendamente.

Llegamos al riad, que estaba en el mismo centro, recorriendo callejuelas. Nos invitaron a un té con pastas al recibirnos y vimos las habitaciones, que estaban muy bien. Éramos los únicos huéspedes, así que era como estar en casa (aunque el último sábado llegó otra pareja a la otra habitación que había libre).

Nos fuimos a dar una vuelta por el zoco, que estaba muy tranquilito y luego cenamos en la plaza Jamaa el Fna (que he leído por ahí que el nombre significa "Lugar de los ejecutados" porque hasta principios del siglo XX se ejecutaba ahí a los criminales).

Comimos algo en una pizzería, donde probamos ya la comida del país, que nos ha gustado mucho. Después nos acercamos a la Kutubiya, el minarete tan parecido a la Giralda. Nos volvimos un rato al riad, a descansar, y sobre todo a abrigarnos un poco, porque aunque hacía muy buen día, por la noche refrescaba, al fin y al cabo, seguía siendo diciembre.

Cenamos en un puesto de la plaza: Cous cous, sopa, pinchos morunos... En un puesto cercano compramos pastas y nos las tomamos de postre.

Y de vuelta al riad a descansar, que era suficiente para el primer día.